La conservación como acción frente al cambio climático

Tal como hemos visto en diversos medios de comunicación durante los últimos días, el caos climático ya es una realidad: incendios, olas de calor, inundaciones y sequías, además del lapidario informe del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), que señala que ya se han causado impactos que serán irreversibles durante siglos o milenios. La conclusión es clara: el calentamiento global actual es atribuible totalmente a los humanos y nuestras acciones todavía pueden determinar el curso futuro del clima. El informe, clave para los gobiernos y para la actualización de las políticas ambientales de cada país, ha tenido impacto local, impulsando al gobernador de Los Lagos, Patricio Vallespín a declarar estado de alerta climática y ambiental en la región.

En este escenario, la conservación de los ecosistemas patagónicos es de vital importancia. La Ruta de los Parques de la Patagonia, a través de sus 17 parques nacionales, almacena casi 3 veces más carbono por hectárea que Amazonía, según un análisis de National Geographic Society. Promover la conservación para impedir la degradación de los distintos ecosistemas, posibilita el sostenimiento de procesos naturales, como lo son la mantención de la biodiversidad, el aprovisionamiento de agua, y el almacenamiento de carbono.

"Es necesario adaptar rápidamente nuestras políticas públicas e institucionalidad"

Estas áreas protegidas representan un verdadero pulmón verde que contrasta con la realidad que enfrentan a diario los bosques por el cambio de uso del suelo, lo que no solo limita el almacenamiento de carbono a largo plazo, sino que también implica emisiones de carbono por deforestación. Además, con la disminución de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas se genera un impacto sobre el almacenamiento de nieve, afectando las formaciones de altura como matorrales y bosques caducifolios. Estas condiciones hacen que estos bosques sean más vulnerables a los incendios, transformándose en un gran riesgo para todas las formas de vida asociadas, incluida la nuestra.

En este contexto es necesario adaptar rápidamente nuestras políticas públicas e institucionalidad, así como el comportamiento de la empresa privada y la influencia de las Universidades para promover los avances tecnológicos en materia de conservación y así en conjunto, lograr reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y asegurar nuestro bienestar futuro.