Proyecto de ciencia ciudadana invita a vecinos del Parque Nacional Alerce Andino a investigar micorrizas asociadas al alerce

“Los hongos micorrícicos son un grupo de hongos del suelo formadores de redes que generan asociaciones simbióticas, es decir que se benefician mutuamente en su desarrollo vital, con las plantas. Casi todas las plantas forman asociaciones simbióticas con hongos y eso es lo que comenzaremos a investigar hoy”, explica el Dr. César Marín, académico e investigador del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático de la U. Santo Tomás.

Atentos lo escuchan un grupo vecinos y vecinas del Parque Nacional Alerce Andino, mientras él les enseña bajo un gran alerce de alrededor de 800 años, cómo hacer una muestra de suelo, enterrando un tubo de acero con un mazo. Los acompaña también Rocío Urrutia Jalabert, Investigadora de la Universidad de la Frontera y Presidenta de la Corporación Alerce.

“Estamos haciendo un muestreo para entender la relación entre los tamaños del alerce y sus hongos micorrícicos, que es una simbiosis universal. Los resultados nos permitirán responder una pregunta que no solo es importante para el alerce, sino para todos los árboles del mundo: ¿cuál es la relación entre el tamaño de los árboles y la diversidad de hongos?», añade la investigadora.

Una vez entregadas las instrucciones, el grupo se divide en dos y los participantes, entre ellos guías de turismo y educadoras locales, se disponen a medir el diámetro de los alerces a la altura del pecho, a rotular bolsas y a tomar muestras de suelo. El proyecto forma parte de una iniciativa de SPUN (Sociedad para la Protección de las Redes Subterráneas) en conjunto con el Programa Amigos del Parque Nacional Alerce Andino de Fundación Rewilding Chile, en colaboración con CONAF y busca fortalecer la presencia de las comunidades locales en el desarrollo científico.

Foto: Javiera Ide para Rewilding Chile

Foto: Javiera Ide para Rewilding Chile

Foto: Javiera Ide para Rewilding Chile

Foto: Javiera Ide para Rewilding Chile

“Creemos que la conservación de la biodiversidad es mucho más efectiva involucrando activamente a las comunidades. Abrir el sentido de la ciencia y que las personas sean protagonistas de una investigación, genera múltiples beneficios para ambos lados: nutrir a los científicos de los sistemas de conocimiento local y tradicional, y al mismo tiempo generar mayor compromiso en las comunidades con la conservación”, señala Javiera Ide, coordinadora de proyectos del área de comunidades de Fundación Rewilding Chile.

Actualmente, las muestras están siendo analizadas en el laboratorio del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático de la Universidad Santo Tomás, para obtener información relacionada a la bioquímica del suelo. Posterior a esto, serán enviadas a Estados Unidos para identificar el ADN ambiental y conocer qué hongos micorrícicos conviven con los alerces milenarios del Parque Nacional Alerce Andino.

“Que lo podamos hacer nosotros es lo que más me ha sorprendido, que nosotros como ciudadanos podamos ir al bosque a hacer ciencia con gente experta. Porque una cosa es verlo en la literatura y otra muy distinta es hacerlo. Es una emoción que no sé cómo describirla, ya que estamos aportando al conocimiento del alerce, especie con la que tenemos un vínculo especial muchas personas de Correntoso”, expresa Barbara Santana, educadora ambiental y vecina del sector.

Durante los próximos meses, los científicos presentarán los primeros resultados a la comunidad de Correntoso para seguir ahondando la investigación durante el próximo año.

¿Por qué micorrizas y alerces?

El alerce es una de las especies más longevas del mundo y puede vivir más de 3.600 años. Se encuentra en peligro de extinción y según estimaciones, quedan aproximadamente 250 mil alerces milenarios. La especie está presente en el 50% de la superficie del Parque Nacional Alerce Andino y diversos estudios científicos aseguran que es de los árboles que sostiene más diversidad en el mundo, acogiendo mucha vida, tanto bajo como sobre la tierra.

Por su parte, los hongos micorrícicos forman redes que tienen el potencial de conectar las plantas bajo tierra. Estas redes pueden ayudar a distribuir los nutrientes en los ecosistemas y además son un importante sumidero de C02 a nivel mundial.